Por Jorge Hugo Rengel
En 1931 conocí la hermosa ciudad de Cuenca. Desde entonces he tenido el honor de mantener cordiales relaciones de amistad con sus más distinguidos intelectuales como los hermanos Carlos y Agustín Cueva Tamariz, Luis Moscoso Vega, Luis Monsalve Pozo, César Andrade y Cordero. G. Humberto Mata, Saúl T. Mora, Victor Lloret Mosquera, Alfonso Cuesta y Cuesta, Ricardo Muñoz Chávez, Miguel Díaz Cueva, Antonio Lloret Bastidas y César Dávila Andrade. Muchos de ellos han mueto. Los otros siguen luchando y escribiendo.
En Julio de 1957 tuvo lugar en Quito el I Congreso de derecho Penal y Penitenciario, presidido por el Dr. Francisco J. Salgado, en ese entonces rector de la Universidad Central. Tuve el privilegio de integrar la Comisión de Criminología, formada, además, por los doctores Agustín Cueva Tamariz y Jorge Escudero. En el curso de nuestras labores tuve la oportunidad de admirar la altísima cuttura general y especial de estos sabios ecuatorianos en siquiatría forense y en criminología. Para mi fue muy provechosa la compañía de estos maestros porque con la mayor sencillez, me ayudaron a planificar el primer tomo de mi Criminología (La Concepción Sociológica del Delito), cuya primera edición apareció en 1961.
El Dr. Agustín Cueva Tamariz ha publicado las siguientes obras: Semblanzas biotipológicas, 1944; Introducción a la Psiquiatría Forense, 1949; Abismos Humanos, 1952; Evolución de la Psiquiatría en el Ecuador, 1965; Hombres e Ideas, 1965; Darwin, el Gigante de la Evolución, 1960. Además, en un volumen publicado por la Casa de la Cultura ecuatoriana, Núcleo de Cuenca, titulado Sigmun Freud (Homenaje), se incluye el estudio Sigmund Freud y su Obra, de Agustín Cueva Tamariz.
A mi modesto criterio, una de las obras más representativas del médico siquiatra y distinguido escritor Agustín Cueva Tamariz, es la titulada Abismos Humanos, sobre los siguientes temas: Semblanza Biotipológica de Alfonso Moreno Mora, Ensayo de Interpretación Psicopatológica de Medardo Angel Silva, Las ideas Biológicas del Padre Solano, El Sentido Psicológico del Werther, de Goethe, La Psicología de Nietzsche y Psicología de Oscar Wilde.
Generalmente en el estilo de Agustín Cueva Tamariz se siente el vuelo majestuoso del águila que domina las alturas y abarca, con su visión fulgurante, los límites lejanos de los horizontes, distinguiendo en la versatilidad del paisaje y la luz, los matices de los colores que se suceden sigilósamente desde la claridad ambarina del alba hasta el escarlata del crepúsculo. Estilo que adquiere la solemnidad de la sinfonía cuando intenta interpretar los magistrales y enigmáticos murales que revisten los abismos inescrutables del sentimiento humano.
Agustín Cueva Tamariz fue como científico y escritor un gigante, como lo fueron en la España eterna los médicos y ensayistas Santiago Ramón y Cajal y Gregorio Marañón y Posadillo.
Sentí mucho su trágica y prematura muerte. Para mi Agustín Cueva Tamariz fue más que un amigo. Lo consideré como un hermano mayor, que estuvo pronto a absolver mis consultas científicas y a alentar mis publicaciones sobre Criminología.
A los quince años de su infausta partida, deseo paz en su tumba desconocida, anclada en un sitio claro y apacible del paisaje andino, abierta al aire y al sol y al rumor eterno de la vida, custodiada por las estrellas luminosas y silentes…
Agustín Cueva Tamariz se destacó como el escritor «más perfecto y múltiple» de su generación, porque «supo del espacio infinito donde brillan las constelaciones, del bullir incesante de la biosfera y de los abismos insondables del alma humana…».
ANEXO. CLC.
En un opúsculo de 36 páginas, editado en 1968 por la Casa de la Cultura del Azuay, apareció el ensayo de Agustín Cueva Tamariz titulado «Genio y Figura de Remigio Romero y Cordero».
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